Declaración de intenciones

Out Of Focus (14) ret Out Of Focus (10) botanico 4 ret Out Of Focus (6) Out Of Focus (1) library 28

lunes, 2 de junio de 2008

Herme G. Donis


Herme G. Donis

Herme González Donis, nació en Villalón de Campos (Valladolid) en 1951, aunque desde su infancia se encuentra ligada a Asturias.
Codirigió la revista de literatura “Hydra” (1973-1976) y la colección poética "Cuadernos de Cristal" (1982-1991). Así mismo, ha coordinado el suplemento cultural semanal "Jueves Literarios" (1982-1985) del periódico "La Voz de Avilés".


Ha publicado los libros de poesía "Catón de Infancia" (Avilés, 1983), "Marginalia Urbana" (Oviedo, 1986), "El Fuego Desvelado" (Madrid, 1987), "Mientras el Tiempo pasa" (Mieres del Camino, 1989), "Peregrinas Andanzas" (Gijón, 1997), libro seleccionado para el Premio Nacional de Poesía, 1998, y “Vida y memoria” (Antología 1983-2002). Ha sido incluida en diversas antologías.

Actualmente reside en Madrid, donde colabora por libre en diversos medios periodísticos.

http://lasafinidadeselectivas.blogspot.com/2007/05/herme-g-donis.html


De "Vida y Memoria", (Antología) Colección Deva, Gijón, 2002.


Catón de Infancia (1983)
III

Aquel invierno humedecimos
de lluvia los zapatos,
dotamos a la nieve de palabras,
leímos aventuras en el frío de los patios,
soñamos con dos años de vacaciones
(inocentes, envolvimos largo tiempo
ésta ilusión en la bufanda),
y nos conformamos con la efímera
luz de los domingos
vividos en el blanco y negro
de un cine matinal
en cualquier barrio.

Marginalia Urbana (1986)
Bajo las sangrientas fauces
abiertas a la tierra,
kilómetros de seres
monótonamente salmodian
su miseria.

El fuego desvelado (1987)
Qué paraíso tu cuerpo perfecto
ofreciéndose a la luna.
¿Qué más quiere la noche
para dibujar de luces
lo más puro,
si sabe que no hay verano frío,
ni palabras ciegas,
ni ojos de sílabas
que no quieran sumergirse
en el fresco fuego de tu infierno?

Mientras el tiempo pasa (1989)
Mentidos paisajes
Sueles, algunos días, entretener el tiempo con palabras
en la torpe intención de alejar la tristeza
amenazante de esas horas que caminan sin rumbo
fijo por la casa.
Son éstos días en los que simulas escribir
de cuantas cosas te dolieron de muchacha.
Pero sabes que sólo en ti retorna el dolor de un falso
espliego que nunca pobló armario
y escribes y finges aventuras porque jamás has tenido
playas infinitas, ni rotas columnas, ni lunas jónicas
en los ojos, como no fuera en las ebrias postales
que se guardan en las locas retinas del alcohol.
Y las lágrimas te muerden las mejillas y lloran
la pérdida de un tiempo no vivido.
Sabes que nada de lo que escribes corresponde
a la verdad. Que mientes paisajes inexistentes
con todo el sentimiento que la soledad propicia.
Que finges para ahuyentar el miedo a la impotencia
de no poder hacer de la palabra un milagro
que te salve. Que te haga la vida eterna.
Y te espantas cuando el espejo con su pureza
te atraviesa y ves en tus ojos el claro engaño
que provocas en los otros.
Mas se resiste el cuerpo
a entablar una lucha inútil con el alma.
Y finges de nuevo.
Y piensas, con cansado cinismo,
que en este cuarto oscuro
nada corresponde a la verdad del hombre.

Peregrinas andanzas (1997)
Regreso

Cuando vuelvas de la ciudad del agua
con los ojos aún prendidos
en su tristeza decadente,
embrujados por su rostro imborrable
con una nueva máscara en la maleta,
cuando vuelvas, y no antes,
descubrirás que no existo.
Todos los caminos recorridos
saldrán en múltiples direcciones
y sólo en un punto por ti bien ignorado
(al abrigo de un olor repentino
que me devuelva una tarde cualquiera
de la infancia o un verano muy tibio
lleno de niños que surjan alegres
de la fresca penumbra del bosque de los juegos),
será recibida no como la forastera
que quieres siempre sea en tu vida,
sino como la invitada en un tiempo
feliz de estar bien sola conmigo.
Y aunque parezca que sigo aquí,
en ésta casa, en éste silencio inquieto
que guarda entre sus puertas amor estremecido,
y que vivo entre cosas inútiles
que nunca se mudarán de sitio,
miraré alrededor y me vestiré de ausencia.
Olvidaré las ropas que he llevado,
la palidez del alba,
las mañanas de sueño,
las cosas extraviadas,
todas las palabras que he pronunciado,
benévolas o, a veces, malvadas.

Cuando vuelvas a la ciudad del agua
estaré donde siempre,
llenando tu espacio
tanto tiempo invadido,
pero, si me tocas,
notarás que algo ha cambiado:
a salvo, completamente a salvo,
me esconderé de tí en el mundo de los sueños,
seré la nada que al morir sucede,
porque si no existo,
este pobre corazón
ya nunca tendrá miedo
de los brazos del amor
en donde caiga muerto.

Inéditos, de Vida y Memoria.
Voces de la memoria
El tiempo huye
y no da oportunidad
a la tierra para que asiente
la huella de tu paso.
Sobre el agua remansada
de los días, corruptas
flotan las horas del pasado.
Recuperarlas
- aunque algunas duelan -,
salvarlas
de la aridez que da el olvido,
será cálido propósito
para quien camina
hacia el invierno
ya sin prisa ni tristeza.


No hay comentarios: